UNA ODA PARA TODO AQUEL QUE HAYA PERDIDO LA FE EN LA HUMANIDAD
Tuve la suerte, hace ya muchos años,
De encontrar a un fiel servidor:
Un hombre lleno de generosidad
Que tenia una casa en lo alto de una colina
Desde la cual se podían vislumbrar
Unos montes llenos de magia
Entre un reino llamado Paz
Y otro cuyo nombre era Eterna Libertad.
Reitero: digo que tuve suerte
De encontrar un amigo en quién confiar;
Yo era por aquel entonces
Una joven yegua blanca
Que recuperó su vivacidad
Después de vivir duros y largos años de maltrato
Por parte de la escoria avariciosa de la humanidad.
Ahora sé que en lo más profundo del alma
Todos tenemos un ser a quien amar;
Yo era para él las reliquias de la muerte,
Un hijo a quien amamantar.
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